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La Torre Eiffel: el símbolo más romántico de Francia

Planifique una visita al monumento más visitado del mundo

La Torre Eiffel, o Tour d'Eiffel es una de las estructuras más reconocibles al instante del mundo y logra representar Francia en un solo y sencillo símbolo. Es curioso pensar que esta construcción de hierro forjado no siempre ha sido un monumento que ha enorgullecido a muchos franceses. De hecho, despertó aversión y mucha oposición cuando se completó en 1889. En la actualidad, no encontrará a muchos parisinos en los alrededores de la Torre Eiffel, pero sí a franceses de otras poblaciones y turistas extranjeros que se dirigen hacia la estructura central para contemplar las bellas vistas desde arriba, disfrutar de los parques del entorno y aprovechar muchísimas oportunidades de hacerse selfies. 

Inicios inciertos

Cuando se decidió que la Exposición Universal de 1889 se celebraría en París, los ingenieros y arquitectos locales empezaron a competir por hacerse con la oportunidad de diseñar la pieza central y entrada a la exposición. Sabían que debía ser espectacular y, enseguida, muchos diseñadores decidieron que era una gran ocasión para competir por la estructura más alta del mundo. En esa época, el título lo ostentaba el Monumento a Washington en EE. UU. Cuando se finalizó la construcción de la torre, logró este título y lo conservó durante 41 años hasta que el edificio Chrysler en la ciudad de Nueva York se completó y se lo arrebató.

El contrato lo ganó una compañía de ingenieros dirigida por Gustave Eiffel, que le dio su nombre a la torre. Desde entonces, esta palabra se ha convertido en toda una referencia de romanticismo en todo el mundo, en cuanto la gente escucha el nombre “Eiffel”, piensa en l'amour à la parisienne. Cada año, innumerables peticiones de matrimonio se producen en esta lugar. No es de extrañar, pues con un telón de fondo tan hermoso, ofrece un escenario memorable y clásico para las parejas de enamorados que comparten un momento especial.

En un principio, su construcción generó muchas protestas por motivos artísticos. La escena artística de la Ciudad de la luz estaba en pleno apogeo en la década de 1880 y había quienes pensaban que no solo la estructura metálica a plena vista resultaría horrible y demasiado industrial para la pintoresca e histórica París, sino que su gran altura y tamaño no encajaría en el perfil urbano de la ciudad, ya que no contaba con otras edificaciones altas. La celebración de la Exposición Universal pondría a la capital francesa en la escena mundial, ¿los parisinos se sentirían orgullosos de su hogar con esta estructura moderna y controvertida representándolos?

Incluso se organizó una protesta por su construcción en 1887, un comité de trescientos escritores, pintores, escultores y arquitectos (uno por cada cien metros de la altura que iba a alcanzar) firmó una petición en contra de la torre que fue enviada al ministro que estaba planificando la exposición y se publicó en los periódicos de París. En ella declaraban: “Nosotros... apasionados entusiastas de la belleza, hasta ahora intacta, de París, protestamos con toda nuestra fuerza, con toda nuestra indignación en nombre del desairado gusto francés contra la erección... de esta inútil y monstruosa Torre Eiffel”. La respuesta fue que llegaban demasiado tarde y (afortunadamente para nosotros) la construcción de la “monstruosa” torre continuó...

Popularidad y simbolismo nacional

Una vez finalizada la torre, muchos de los que protestaban cambiaron de opinión sobre su carácter artístico y decidieron que, después de todo, era una buena incorporación al perfil urbano de París. No obstante, se dice que un escritor, Guy de Maupassant, comía siempre en la torre porque era el único lugar de la ciudad desde el que no tenía que verla. Hoy en día, los visitantes aún pueden degustar una deliciosa cocina francesa en uno de los restaurantes o cafeterías en lo alto de la Torre Eiffel. La Exposición Universal fue un gran éxito y conmemoró el centenario de la toma de la Bastilla y el inicio de la Revolución francesa. La Torre Eiffel fue una atracción central y, sin duda, dio que hablar a los visitantes, tanto a su favor como en contra.

En la Gran Guerra, la Torre Eiffel fue un símbolo de patriotismo y resistencia en Francia. En 1918, el soldado y escritor francés Guillaume Apollinaire, escribió un poema nacionalista en el que proclamaba la Torre Eiffel como un símbolo de fuerza y resistencia contra los alemanes. Desde entonces, el monumento ha aumentado su popularidad y fama. De hecho, aparece en numerosas películas y recibe 6,91 millones de visitantes al año.

En la actualidad, se puede elegir entre quemar algo de energía subiendo a lo alto de la torre a pie o la opción más fácil de los ascensores. Existen tres niveles y los turistas pueden pagar más para acceder a los pisos más altos y disfrutar de las mejores vistas. Además de miradores, la torre tiene restaurantes, cafeterías, tiendas y, por supuesto, un bar especializado en champán. Además, se ha acondicionado para ofrecer un alojamiento memorable en la torre a los afortunados ganadores de un concurso durante la UEFA Euro 2016. Merece la pena subir para contemplar las vistas desde lo más alto. En un día despejado, los visitantes pueden ver más de 64 km de distancia. Vistas del serpenteante río Sena, el Arco de Triunfo, la catedral de Notre-Dame, laOpéra Garnier, el Louvre y el Sacré-Cœur, entre muchas otras, pueden verse desde lo alto. Si su estómago puede soportarlo, en 2014, se instaló un suelo de cristal en el primer piso, a 61 metros de alto, para poder tomar fotografías inquietantes de las vistas bajo sus pies como recuerdo de su viaje.

Durante los días de fiesta nacional importantes, conmemoraciones y momentos de recuerdo, la torre se usa como referencia de respeto en todo el país. La estructura brilla con una reluciente red de diminutas luces cada noche, en los días normales, ofreciendo a los visitantes un fantástico telón de fondo para fotos artísticas. Se utiliza también para lanzar fuegos artificiales en Nochevieja y en momentos de patriotismo nacional, como el día de conmemoración de la toma de la Bastilla, se ilumina con las luces rojas, blancas y azules de la bandera tricolor francesa. Asimismo, se adorna con los colores de las banderas de otros países durante eventos deportivos que se celebran en la ciudad, como cuando Gales venció a Eslovaquia en la Euro 2016. En ocasiones más tristes, el monumento también se usa de manera similar a la Sydney Opera House en Australia o Westminster en Londres y se ilumina con los colores de la bandera de otra nación para mostrar solidaridad y apoyo cuando se producen sucesos como atentados terroristas. Cuando la misma París fue el blanco de ataques en 2015, la torre mostró un aspecto inusualmente negro y sin iluminación alguna como si la propia estructura estuviera de luto.

El viaje hasta este monumento de fama mundial desde el Hôtel de Vigny es un breve trayecto de metro por el río, cerca se encuentran los jardines de Trocadéro, el Palais de Tokyo, el muelle Branly, el Museo del ejército y el Hôtel des Invalides. Por tanto, es fácil organizar todo un día de exploración junto al río cuando visite la Torre Eiffel. Póngase calzado cómodo, coja un plano y asegúrese de quedarse hasta el anochecer para disfrutar de una romántica puesta de sol y un espectáculo de luces.